viernes, 17 de agosto de 2018

Navidades en verano, el descenso toliviano

Este año por una vez Tolivia se volvió democrática, ya que se decidió la embarcación por votación en este caso por grupo de wassap. Se propusieron varias propuestas, hasta que quedaron solamente dos propuestas. Ganó la navidad por muy pocos votos.



A la hora de escoger la navidad, se valoró que daba mucho juego, los disfraces, colorido, folixa y música. Este año por primera vez se compraron muchos disfraces a través de la peña, lo que facilitó que la mayoría de participantes fuese nos casi todos con disfraces similares.




La construcción de la embarcación como todos los años estuvo llena de apuros, veintemil viajes a por poliespan, ferreterías y tiendas de pintura y tela. Además de las típicas discusiones que hay en los días previos a la gran cita. Se bebieron un big bab de cervezas(que pena no tener la foto), pero también hubo risas y grandes momentos que una vez que pasa el descenso son las que se recuerdan.
































Así entre risas, cervezas y discusiones llegó el gran día, y con él, los nervios del último apurón. Todos los años tenemos algún problema, así que este no iba ser diferente. A primera hora nos pusimos a preparar el brebaje para aguantar las durezas de la competición. Con el deposito metido dentro de la cabaña comenzamos a llenar con el rico néctar que nos iba a calmar la sed en este duro día. La sorpresa llegó al cabo de unos minutos cuando empezó a salir por la parte bajo de la plataforma el rico néctar. Tras varios comentarios en voz alta por parte de todos los presentes, se pudo solucionar el problema que no era tan grave como parecía.
Una vez preparado el brebaje y que nuestro Dj acabo de montar el equipo para alegrarnos la navidad, pudimos arrancar hacia la Pola. Este tránsito que nos suele llevar unas dos horas y media librando cables y cañas de los árboles, este año encontró un semáforo ya dentro de la Pola, que no libramos. El coste fue un cuerno del reno, que pudimos medio reparar gracias a la casa de los padres del cascan y la habilidad de subir canalones o hacer el mono del conan (no voy a dar nombres propios por no herir sensibilidades!!!).
Una vez solucinado el problema pudimos disfrutar de la fiesta, el desfile y el decenso.
El desfile fue de los mejores que recuerdo, música acorde con la embarcación, coreografía y colorido gracias a los disfraces. A parte también ayudo un día de sol espectacular y el néctar que nos calmaba la sed.
El descenso por el río este año fue rápido, sin ningún problema, además llegamos al prau de la Chalana a media tarde lo que nos permitió disfrutar más aun de la fiesta y la merienda.
Quedamos en cuarto lugar, un puesto cojonudo para el nivel de embarcaciones que había este año. Pero con lo que me quedó es con la folixa que preparamos y lo original de esta navidad en agosto.